Historia de la aparición de los caballeros y la nobleza
Terminología
E
n inglés, los términos “knighthood” y “chivalry” (caballería) son, a menudo, confusa o innecesariamente diferenciados. El término “knighthood” viene de la palabra inglesa “knight” (del ingles antiguo “cniht”, chico, sirviente, equivalente a la alemana “Knecht”) mientras que “chivalry” viene del francés “chevalerie”, de “chevalier” (del latín “caballus”, caballo ). En ingles moderno, caballería significa los ideales, virtudes o características de los caballeros. Las expresiones «orders of chivalry» y «orders of knight-hood» (órdenes de caballería) son básicamente sinónimos.
La traducción alemana para «knight» es “Ritter” (literalmente, jinete). El término latino en la Edad Media era “miles”, mientras que “knight” era, por definición, un soldado profesional. En la Edad Moderna se prefería el término clásico latino “eques”.
La aparición de los caballeros
ara ser concisos, un caballero era un soldado profesional. Los viejos “ejércitos de ciudadanos” de la antigüedad fueron sustituidos por ejércitos profesionales. Esta tendencia se vio reforzada con la aparición en el siglo VIII del estribo, lo que hizo mucho más poderosos a los hombres a caballo y convirtió a la caballería en el elemento más importante de los ejércitos medievales.
Pero ser un soldado de a caballo era caro, por lo que se necesitaba tener unos ingresos elevados para comprar y mantener un caballo y el equipo correspondiente (armadura, armas). Por ello, aquellos que eran demasiado pobres para ofrecer este servicio se convirtieron en meros campesinos, vinculados a la tierra.
En la sociedad feudal que surge en el siglo X, todo el mundo que poseía tierra perteneciente a otra persona, lo hacía ofreciendo a cambio bienes o servicios de algún tipo. Los hombres que no eran libres, ofrecían una parte de sus cosechas y a sí mismos como mano de obra. Los hombre libres, ofrecían servicios militares, ya fuera personalmente (si no eran lo bastante ricos) o utilizando los servicios de otros. Así, un hombre que tuviera sus tierras en el feudo de otro, debía servir como caballero a su señor. Un vasallo más importante, al ser llamado por su señor feudal, agruparía a sus caballeros y formaría un contingente dentro del ejército de su señor.
El desarrollo de la caballería
E
n sus orígenes, la caballería era una asociación profesional. Incluía a aquellos hombres que podían permitirse hacer y mantener la gran inversión de capital que suponía la guerra a caballo (caballo y armadura).
Aparece en el siglo XI, y sus miembros son nobles (miembros de las grandes familias terratenientes), así como pequeños propietarios de tierras, hombres libres, artesanos (en España, los caballeros villanos fueron corrientes hasta el siglo XIV). Debe entenderse que, incluso en la época feudal, las fronteras de la caballería eran muy finas. Cualquiera que, ya fuera por suerte o por su propio esfuerzo, consiguiera el entrenamiento y el equipo necesarios para ser un caballero, podría formar parte de ella. En el transcurso de ese mismo siglo, se añade una dimensión social y ética al aspecto puramente profesional. La gran influencia de los monjes cluniacenses, que intentan darle una cierta ética a la guerra salvaje, lleva a la definición de un verdadero miles Christi, un soldado que sigue un cierto código de comportamiento que en nuestros días llamaríamos caballeresco. A partir de la segunda mitad del siglo XII, la literatura (gestas y romances del rey Arturo) ofrece, además, un modelo para la comunidad de la caballería, así como un vehículo para su glorificación.
Caballería y nobleza
L
os caballeros no eran necesariamente nobles, ni los nobles eran necesariamente caballeros. Sin embargo, a partir del siglo XII y en adelante, ambas clases, caballería y nobleza, tendieron lentamente a fusionarse. Los nobles se convertían en caballeros de forma cada vez más habitual. El príncipe francés que más tarde se convertiría en Luis VI fue hecho caballero sin el conocimiento de su padre, el cual desconfiaba de una clase profesional bastante heterogénea, pero a partir de entonces todo rey francés fue caballero.
Por su parte, la herencia entra a formar parte de la caballería en el siglo XIII. El hijo de un caballero es automáticamente escudero, lo que le convierte en elegible como caballero en base a su linaje; al mismo tiempo, la caballería es cada vez más restrictiva con los no descendientes de caballeros mediante diversas restricciones legales impuestas en el transcurso del siglo XIII. A finales de dicho siglo, una decisión del Parlamento de París prohíbe al conde de Artois armar caballeros a hombres no libres sin el consentimiento del rey; es curioso reseñar que, a los dos hombres que ya habían sido hechos caballeros se les permitió seguir siéndolo a cambio de una compensación económica. Esto marcó tanto el fin de la clase caballeresca como el inicio de una nueva forma de acceso a ella: mediante compra. En Inglaterra, la evolución fue diferente: aquellos que poseían tierras en el feudo de un caballero pero no querían tomar esa profesión podían pagar un impuesto. En Inglaterra, la caballería no se convirtió en una clase hereditaria y, en vez de ello, la clase caballeresca (los que eran elegibles como caballeros) se convirtió en el núcleo de la pequeña nobleza.
El final de la caballería
C
omo institución militar, la caballería comienza su declive a partir de finales del siglo XIII. El final de la sociedad feudal significó que los soberanos consiguieron el monopolio de la guerra, y que la vieja manera de servicio militar rendido al señor inmediatamente superior a uno quedó obsoleta.
Los reyes aún reunían a sus caballeros para las guerras, pero, cada vez en mayor medida, recurrían a otras fuentes de soldadesca, los mercenarios, cuyo uso se hizo habitual en el siglo XIV. Los preparativos de guerra de Enrique V de Inglaterra, que están bien documentados, muestran la forma en la que el rey reunía un ejercito: firmaba docenas de contratos con individuos que se comprometían a ofrecer un número dado de soldados y arqueros (normalmente 3 arqueros por cada soldado) cuando llegara el momento de tomar las armas.
El desarrollo de la pólvora y los cada vez más potentes arcos supusieron que ya no se pudiese confiar en el uso de las cargas de caballería para romper las líneas enemigas y conseguir una rápida victoria, con lo que el reinado de la caballería llegó a su fin. Si hay una batalla que resume este cambio, es la de Agincourt, en 1415. Los caballeros franceses a la carga, encerrados por el terreno y las flechas inglesas en una línea de ataque fragmentada y restringida, alcanzaron las líneas enemigas sin ningún espacio de maniobra, y en cuanto cayeron los primeros caballos, los demás no pudieron moverse en ninguna dirección. Así, en media hora la batalla quedo decidida, y miles de caballeros franceses fueron hechos prisioneros. El miedo a un segundo ataque llevó a los ingleses a matarles en el acto, con lo que la nobleza francesa se vio tremendamente diezmada en un solo día. Los franceses aprendieron la lección; Carlos VII, que finalmente consiguió expulsar a los ingleses, creó el primer ejército profesional permanente de Europa.
Los ideales de la caballería siguieron existiendo, quizá precisamente porque la realidad de la caballería había desaparecido, y se dio rienda suelta al romanticismo. El rey francés Francisco I insistió en ser nombrado caballero en la batalla de Marignano de 1515, que supuso su primera victoria.
Torneos y desfiles eran los entretenimientos favoritos en la corte francesa del siglo XVI. Se construyeron armaduras completas cada vez más complejas por puro placer, imitando de forma muy barroca los modelos primitivos. Las poéticas narraciones de Ariosto de las cruzadas popularizaron las figuras de Orlando y Ruggiero y extendieron el mito caballeresco otros 200 años. En el siglo XIX, cuando ya nadie leía a Ariosto, Sir Walter Scott y los Románticos hicieron suya la causa.